En el periodismo económico, las cifras macroeconómicas suelen dominar los titulares, pero detrás de cada dato hay historias humanas que muchas veces quedan invisibilizadas. Con el objetivo de tender un puente entre los números y las realidades cotidianas de la clase trabajadora, la Sociedad de Comunicadores del Paraguay (SCP) conversó con la economista Verónica Serafini, reconocida por su enfoque social y su capacidad de analizar la realidad socioeconómica más allá de lo que vemos en los medios.
Una de las preguntas clave a la entrevista fue sobre las herramientas y enfoques que debería dominar quien aspire a ejercer el periodismo económico con sensibilidad social. Verónica Serafini responde que es muy importante especializarse en temas que suelen quedar fuera del foco, como el empleo y sus características en Paraguay. El 85 % de la población en Paraguay depende de los ingresos laborales y alrededor del mercado laboral hay muchas otras variables, como la educación, el precio de los alimentos, el nivel de ingresos y la seguridad social que hacen a la calidad de vida.

Serafini insiste en que una cobertura económica con enfoque social debe problematizar los números, por ejemplo, los de pobreza. Las personas que salen de la pobreza porque han aumentado en algo sus ingresos, siguen en el mismo contexto, con la misma educación, con el mismo transporte público, el mismo sistema de salud, todos servicios que impactan en la calidad de vida. El periodismo, desde esta perspectiva, no solo informa, sino que difunde datos que sustentan las demandas ciudadanas y puede invitar a la reflexión colectiva sobre por qué persisten las brechas sociales en un país como el nuestro que tiene abundantes recursos como tierra y electricidad, por citar algunos.
Como experta, ¿podrías explicarnos qué es la canasta básica familiar y cómo se calcula su costo en nuestro país? Además, ¿qué limitaciones o críticas existen respecto a este indicador para reflejar la realidad de la clase trabajadora /popular?
Paraguay tiene el mismo sistema de medición en general de otros países. Las canastas se construyen a través de una encuesta dónde se sale a la calle y se le pregunta a la gente qué consume y eso es lo que conforma la canasta. Y en base a eso, después se levantan los precios todos los meses para ver cómo evolucionan los precios de esos bienes de consumo. Ahora esa canasta es muy dinámica por varias razones. Primero, porque cambian las pautas de consumo. Segundo, por los precios mismos, porque cuando suben los precios y los ingresos se mantienen igual, la gente cambia de hábito, cambia un producto más caro por uno más barato.
En Paraguay la medición de la inflación la hace el Banco Central, usando una encuesta que realizó el INE (Instituto Nacional de Estadística) ya hace más de diez años. La canasta de pobreza que es otra, es similar, pero es otra, la levanta el INE.
Esa canasta que mide pobreza hay que actualizar, porque tiene dos problemas. Los patrones de consumo han cambiado mucho, por ejemplo 20 años atrás tener un celular o una moto eran artículos de lujo y hoy tener celular y tener moto es la realidad del quintil más bajo.
No solo hay cambios de patrones de consumo, sino que cambian hasta por estrato socioeconómico. Ese es el segundo punto, que nosotros cuando analizamos una canasta de consumo, tenemos que tener en cuenta la desigualdad que hay en Paraguay, tenemos que armar canastas que correspondan a cada nivel socioeconómico, no un promedio de canasta entre un extremo rico y un extremo pobre. Una canasta de consumo entre estos extremos no refleja la realidad de consumo nacional.
Tenemos un problema con la información recolectada entonces…
Ese es un problema porque la inflación no afecta igual a todos. La inflación de alimentos, que afecta al 40 % más pobre de la población, afecta directamente sus patrones de consumo. No es lo mismo la inflación para el quintil más rico que gasta apenas el 10% de sus ingresos en alimentos, y puede usar otros 10% en vestimenta, 10% en cambiar su auto o vacaciones, que el quintil más pobre que gasta hasta el 90% de sus ingresos en alimentos y pasaje o combustible para la moto o para el auto, que son los dos rubros que están subiendo más, alimentos y combustible.
Por eso, el promedio nacional de inflación no refleja la realidad de la mayoría. Si no distinguimos la canasta básica de consumo por nivel socioeconómico, el promedio oculta el impacto real en los sectores vulnerables.
¿Cómo termina afectando esto a la población?
Este contexto nos genera un problema, pues las políticas públicas deben basarse en la evidencia empírica. Si los indicadores no muestran la realidad de los más pobres, de la clase media, sus necesidades quedan invisibilizadas y las políticas no responden a ellas. Además, la política pública reacciona cuando hay demanda ciudadana, y lamentablemente no hay demanda, hay mucha apatía ciudadana, no estamos reaccionando.
Nadie le está dando importancia a la inflación de alimentos, y la inflación de alimentos afecta, por ejemplo, a la salud nutricional. Las familias reemplazan productos más sanos, por alimentos menos sanos, pero más baratos y eso genera enfermedades. Entonces, al final, el Ministerio de Salud termina gastando más en combatir la hipertensión, la diabetes, haciendo programas contra la obesidad, porque no estamos asumiendo que la inflación de alimentos está cambiando los patrones de consumo. Que haya inflación de alimentos significa que algo está fallando en la política agropecuaria. Hay que hilar mejor y no solamente resaltar esa cuestión tan espontánea de reaccionar ante un dato coyuntural.
Por otro lado, los ingresos laborales están cayendo. Y esa también es una invisibilidad que nos lleva a centrarnos solo en la macroeconomía, sin embargo, los ingresos laborales están cayendo desde hace 10 años. Nosotros tenemos ingresos laborales equivalentes a una década atrás. Eso significa que los trabajadores no mejoraron sus condiciones de vida.
La prensa económica suele priorizar indicadores macroeconómicos como el PIB o la inversión extranjera. ¿Qué otros temas o datos crees que deberían visibilizarse más para retratar la economía desde la mirada de las familias trabajadoras?
Es importante cuestionar la interpretación de los indicadores de pobreza. En las noticias vimos que se redujo la pobreza en 3 puntos, y nos pasamos criticando el dato y no vemos que, si es cierto y hay un 3% de personas que salió de la pobreza, lo primero es que es bajísimo, y además debemos tener en cuenta que estas personas solo pasaron a ser vulnerables. Siguen en la misma escuela, con el mismo sistema de salud y la misma alimentación, con el mismo sistema de transporte. Aumentar un poco los ingresos, no significada nada si el contexto sigue siendo desfavorable. Por eso es clave analizar las causas estructurales y no solo celebrar datos coyunturales, que pueden cambiar de un año a otro.
Estamos aprendiendo mucho sobre cómo dar cobertura al tema económico desde otra mirada, pero, además, ¿Qué consejos le darías a un o una periodista para analizar temas económicos con foco en las personas?
Yo creo que necesitamos especialistas, como en cualquier campo. Por ejemplo, el tema empleo pasa inadvertido. El empleo es el principal sostén de los hogares paraguayos, pero el 65% de la población trabaja en la informalidad, sin salario mínimo ni seguridad social. Muchas veces se anuncia que tenemos el desempleo más bajo de la historia, pero la mayoría trabaja en condiciones precarias. Las estadísticas dicen que el 85% de los hogares en Paraguay se mantiene con ingresos laborales, el otro 10% mediante transferencias públicas y el 5% más rico que vive de renta.
También hay que centrar la atención en que esto es la consecuencia de un modelo económico extractivista, un modelo que no genera empleo, que no genera valor agregado y que solo genera empleos precarios.
Esta situación afecta especialmente a las mujeres, que ganan en promedio un 20% menos, y a los hogares con jefatura femenina, que deben sostener a niños y adultos mayores sin protección social. O, lo que es peor que en muchos casos, el trabajo infantil o el trabajo adolescente, que tiene impacto en la continuidad de los estudios y eso tiene a su vez impacto en la transmisión intergeneracional de la pobreza, porque no se sale nunca de la pobreza, si acumulan solo 9 años promedio de estudio en Paraguay, para salir de la pobreza se necesitan 12 años. Pero hay otros ejemplos, los albañiles, los trabajadores de plataformas, están totalmente desprotegidos, y van a trabajar así toda su vida. Este es un tema complejo que no tiene cobertura de especialistas en los medios.
Frente a esto cómo construimos resiliencia…
La resiliencia no es individual. En Paraguay parece que estamos curados de espanto, no estamos reaccionando. Es importante fomentar la organización comunitaria, por dar ejemplos: los padres pueden organizarse para exigir calidad en la alimentación escolar e ir todos los días a ver la calidad de los alimentos y demandar más y mejores servicios municipales. Paraguay está en transición demográfica, no se puede pedir a los más vulnerables que se salven solos, por ejemplo, a las personas de la tercera edad que casi ya alcanzan el 10% de la población. La clave está en la acción colectiva y en políticas públicas que respondan a las verdaderas necesidades de la población.